La Fe es la facultad que recibimos, para desafiar la resistencia que puede ofrecer el mundo a la voluntad de Dios.
Dicha voluntad no quiere decir que sea un misterio, sino el descubrimiento continuo fruto de una relación con su paternidad.
Es extraño pensar que: saber su voluntad en tiempo real, sea algo excepcional; sin embargo, con Cristo lo excepcional se vuelve cotidiano.
Es preciso que seamos escondidos en Él, sumergidos en su naturaleza, en su mente; en su experiencia y en sus recuerdos; para sentir, pensar y decidir desde lo profundo de su ser.
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