Familia ADR

«La Mente de Cristo te permite planificar la reforma que tú generación demanda para calzar en la potestad de Dios(Hch 26:18)»

domingo, 9 de diciembre de 2018

PROVERBIO 9:6

Pr 9:6 Deja la tontería, y vive, Y anda por el camino de la inteligencia.

En el original dice: tonto, seducible; alguien así es inseguro, sin destino conocido.
Lo vemos hoy en una juventud, que a la verdad, está totalmente extraviada del propósito original.
No soy de los que opinan que es fácil dejar la inseguridad, porque entiendo que es una mentalidad y algo más, que se formó por la falta de apoyo ante el fracaso, desde niño.
Revertir aquello es una labor interpersonal entre Cristo y la persona, con la intervención de un maestro espiritual que medie, para que el recurso de Cristo no se interrumpa por falta de constancia de la persona a tratar.
Un maestro espiritual es alguien que sabe como enfrentar tu problema, y además sabe como impartir el recurso de Cristo para que la ayuda sea integral; cuerpo, alma y espíritu.
El mayor obstáculo que enfrenta un inseguro, es la inconstancia; ésto altera su comportamiento, volviendolo impredecible. La incertidumbre es su hermana y la falta de propósito su parienta. Espiritualmente tiene que cambiar de familia, Ef 2:19, el nuevo nacimiento procura eso, es una nueva infraestructura industrial, de múltiples competencias, instalada en tu ser espiritual desde el nuevo nacimiento; que en un inicio no conocemos su funcionamiento, porque a la verdad no sabemos que hemos recibido cuando nacemos de nuevo, y hemos dejado al tiempo y a la curiosidad, explorar lo nuevo que llevamos dentro. El maestro espiritual, creo yo, debe enseñarnos a usar esa nueva infraestructura industrial de múltiples competencias, para no extraviarnos como el empleado nuevo dentro de una fábrica. Por eso que el discipulado es muy importante, lo reducimos a una hora por semana, cuando debería ser un aprendizaje intensivo.
Ante esto nos queda ser un difusor del Espíritu de Dios, a modo de maestro espiritual, desde la competencia que nos puede dar la experiencia alcanzada por haber pasado tiempo con Dios y haber salido aprobados. Por amor a la generación que viene, implantar la idea que somos gente que está resolviendo su pasado y que los hijos no ocuparán tiempo innecesario resolviéndolo, porque nosotros se lo acondicionamos mejor. Las siguientes generaciones tienen que ser gente que no se preocupa por su mal pasado, porque viven un maravilloso presente en Cristo; que los prepara para lo que está viniendo, dado para cada generación de la tierra.


La labor maestra que una generación tiene es: que no herede a la siguiente, lastre espiritual y genético, que la despoje de su lugar en el plan universal de Dios.
Una generación que entienda, que el vivir es: sembrar en su espíritu la construcción de pilares que sustenten a través del tiempo lo que Dios está construyendo, para evitar demoler el avance que hoy hacemos para que sea aprovechado en la siguiente generación.
Creo yo, que así los hijos dejarán la tontería y vivirán, andando por caminos que te otorga la inteligencia.

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