Familia ADR

«La Mente de Cristo te permite planificar la reforma que tú generación demanda para calzar en la potestad de Dios(Hch 26:18)»

jueves, 24 de enero de 2019

ECLESIASTÉS 7:7



Ecl 7:7 Ciertamente el fraude hace inútil al sabio, y las sobornos corrompen el corazón.

Ciertamente en un mundo de corrupción estamos viviendo, y pareciera ser que no podemos hacer algo para remediarlo. Estimo yo, que es una manera irresponsable y peligrosa de pensar, las soluciones no vendrán de la noche a la mañana, sino de un trabajo arduo y sistemático de educación de la cultura de Dios a las personas. Un principio básico de esta cultura, es no a todo tipo de forma de fraude y soborno en todos los niveles de la sociedad, ni comportamiento que aliente a ello. Todos en cierta medida estamos plagados de fraude y soborno, pero las generaciones venideras, aún no han aprendido a hacerlo, es ahí donde nuestra presencia puede ser el empujón que la siguiente generación necesita para mejorar. Si estamos viendo que la moral del común de la gente está cayendo, es porque los que hoy estamos presentes no hemos sido agentes de cambio para ellos, les hemos mostrado vidas ocupadas y enredadas en asuntos frívolos y superficiales que no nos dejan tiempo para enseñarles algo de valor.
Un paso importante para lograr un cambio, es que la escuela vuelva al hogar. La iglesia está sobrecargada de hacer cosas que no le compete, pero como nadie lo hace, lo tiene que hacer ella. Sería honorable un sacrificio más, de formar en las vidas de los creyentes el carácter de un maestro, fomentar desde sus vidas una escolaridad moral que impregne en sus casas, a los suyos.
Eso demanda de la iglesia otro tipo de sermones, un sermón que promocione al oyente a graduarse en los primeros niveles de justicia y juicio de Dios a través de su palabra. No es explicar la Biblia, sino recrearla desde nuestras vidas como una obra de teatro perenne que todo ojo puede ver, tocar y preguntar: cómo puedo hacer, lo que tú haces.
El modelaje de esta forma de vivir, proyecta una jerarquía de la moral y el deseo de Dios por encima de las impulsivos desvaríos que el mundo tiene sobre nuestras vidas. Y todo cambio de esta magnitud puede ser hecho desde un cambio de naturaleza, es desde la naturaleza de Cristo que se hereda todo buen avance en este tiempo a la descendencia futura de las personas. Su naturaleza hace sostenible en el tiempo que los cambios permanezcan y se multipliquen indefinidamente entre nosotros.
Yo creo también algo: puede ser que subestimamos el bienestar de las personas que no conocen a Cristo, como algo inútil. Y también el hecho que negamos nuestra a ayuda a aquellos que rechazan continuamente nuestro evangelio. Puedo ver personas que nunca han leído la Biblia, y no son unos patanes. Sino quieren salvarse, es su elección, pero no los dejemos a su suerte, alentémoslos a ser mejores personas, no les ayudemos únicamente, sino que también hacerles conocer que puedan ayudarse a sí mismos, no es darle un pan, sino darles la oportunidad de estudiar algo, para que ellos más adelante puedan comprar su propio pan. Ayudar a los marginados de la sociedad con educación, no es en vano, reduce a mediano y largo plazo la presión social que la iglesia tiene, son menos alcohólicos que rehabilitar, menos centros de desintoxicación por consumo de drogas, menos asaltos, menos asesinatos en las calles. Y eso nos afecta a nosotros, porque caminamos más confiados sin temor a ser sorprendidos por el crimen, el bienestar de ellos es la tranquilidad para nosotros. Muchos de ellos aún así no se salvarán, pero no hagamos su estancia en la tierra miserable si es que tenemos poder sobre ellos para hacerla mejor. Tenemos que amarlos aunque ellos nunca se salven.
Y por último enseñarles los principios básicos de comportamiento que los acerquen lo más que se pueda al estándar cristiano, empujándolos poco a poco a respetar nuestras normas, aunque no las sientan en su corazón, las puedan sentir en su cuerpo, que el orden y la rectitud es más beneficioso que el dolor.

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