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«La Mente de Cristo te permite planificar la reforma que tú generación demanda para calzar en la potestad de Dios(Hch 26:18)»

martes, 16 de abril de 2019

LA VIDA ETERNA Y EL HOMBRE INTERIOR


Jn 17: 3  Y esta es la “vida eterna”: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a JesúsCristo, a quien has enviado.

Vida Eterna es “conocer”, y en este sentido significa “saber por experiencia” al único Dios, y la misión y sus experiencias de “JesúsCristo, el enviado”.
Conocer en este caso tiene que ver con la vivencia que primero sucede desde el espíritu, y es dada a entender, después, al resto de nuestro ser; corazón, alma; mente y cuerpo.
Todo esto es posible por el Nuevo Nacimiento y su mente.
Conocer es la trasferencia de la vivencia que en el espíritu tiene lugar, y es publicada a nuestra alma y cuerpo, por la mente de Cristo. Divulgando en nosotros mismos el restablecimiento de las comunicaciones entre su Espíritu y mi espíritu, mi alma y mi cuerpo. Fuimos creados espíritu (Gn 1: 26-27) y nuestro espíritu al acercarse a nuestro cuerpo, formado (Gn 2: 7), lo intercepta dando origen al alma, al ser viviente.
El ser viviente original, contiene la plenitud de la madurez que genera armonía entre el espíritu y el cuerpo. La caída rompió el balance entre ellos, generando una descompensación, inclinando al alma hacia lo creado, por la falta del vínculo que del espíritu fue roto por causa del pecado.
El Nuevo Nacimiento es el regreso a ese vínculo inicial, a través de una naturaleza, y su Evangelio del Reino, el Heraldo que anuncia el retorno a casa, es decir, a esta realidad.
Esta vida eterna solo puede ser apreciada en toda su magnitud desde el “Nuevo Hombre” (NH), creado según Dios (Ef 4: 24). El NH es el espíritu del hombre que ha Nacido de Nuevo. Este tiene la facultad de “conocer a Dios”, el alma del hombre no entiende esto, porque este conocer es espiritual. Entonces nace una contienda entre el espíritu y el alma para que ésta entienda el Nuevo Nacimiento. El corazón es la puerta entre estos dos, entre el espíritu del hombre y su alma. Y para que exista una correcta difusión de esta verdad se requiere emociones sanas. Y las únicas que conozco son las emociones de JesúsCristo. En ellas tengo fe que el balance es por madurez y no me llevará a hacer locuras por causa de ellas.
Ya no vivo yo, sino vive Cristo en mí (Ga 2: 20), no es sólo conocer misterios y buenos momentos en el espíritu, sino reconocer las experiencias que Cristo vivió en la carne y tener acceso a su plenitud, y que también las puedo vivir yo desde la fe, es decir, la sustancia del Hijo de Dios. Emociones fuertes y saludables, para amarme correctamente a mí mismo y a los demás. Es indagar en los sentimientos y emociones del Cristo, que cuando le tocó habitar entre nosotros: reía, lloraba, se enojaba, se cansaba, tenía sed, etc. Y todo lo sintió y vivió sin perjudicar su misión.
Sentir intensamente no es un delito, porque Dios amó al mundo, al cosmos, que dió a su Hijo, y la correcta forma de amar, es el amor que nace del fruto del Espíritu del Padre. Y para saberlo se necesita Vida Eterna, la Vida Eterna nos plantea una inmersión total en todos los asuntos que compete a nuestra existencia. Por eso que el bautismo es un acontecimiento público único, pero en el espíritu es un hecho eterno que nos sumerge en su realidad, Cristo.
El Hombre Interior, es decir, el Nuevo Hombre, es el administrador de la correcta difusión de lo que en el espíritu se conoce por el Espíritu de Dios. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios (1Co 2:10). Esta revelación y misterio se hace efectiva en aquellos que han alcanzado madurez (1Co 2:6), tener emociones sanas y fuertes es también un estado de la madurez, que muy pocos exploran hoy.
El Hombre Interior (NH) es maduro en su espíritu y también en sus emociones, JesúsCristo vivió así y creo que nosotros también debemos vivir así, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, es decir maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, de la cual podemos tomar todos (Ef 4:13, Jn 1: 16 ). Su plenitud es estar lleno de su abundancia y cumplimiento. Es estar abarrotado con su propósito, recursos, logística, gestión y gerencia de su herencia, de la cual somos todos coherederos.
De su plenitud tomamos todos, y es necesario hacerla efectiva en nuestra existencia y descubrirla una de las primeras misiones de nuestro Hombre Interior (NH).
Cristo nos reviste del Hombre Nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno (Col 3: 10). Es decir, teniendo cada vez más una mayor participación de lo que se conoce, esa nueva naturaleza que es inyectada en nuestro ser.
La Vida Eterna nos acerca a este conocimiento y es trabajo del Hombre Interior y de su mente echar mano de ella.

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